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¿Por qué pagamos lo que pagamos por la energía si para las comercializadoras cuesta mucho menos del precio de mercado? 

En un momento de tensión económica, con inflación disparada y el poder adquisitivo de los ciudadanos en constante amenaza, la factura de la luz sigue siendo un enigma para la mayoría de los consumidores. ¿Por qué los precios que pagamos están tan alejados del coste real de producción de la energía? Este cuestionamiento es clave para entender las dinámicas del mercado eléctrico en España y su impacto en los bolsillos de millones de familias y empresas. 

Los precios inflados: la desconexión entre el coste real y el mercado 

Según diversos informes, los costes de producción de energía nuclear en España oscilan entre los 43 y 70 €/MWh dependiendo de los impuestos, tasas y amortizaciones incluidos. Sin embargo, los precios finales que pagan los consumidores pueden superar con creces estas cifras debido a un sistema de precios que parece favorecer a las comercializadoras. 

Un ejemplo paradigmático es el coste de los servicios de ajuste del sistema eléctrico, que ha llegado a aumentar el precio final de la electricidad en hasta un 59% en algunos meses. Estos ajustes, necesarios para garantizar la estabilidad de una red eléctrica cada vez más dependiente de fuentes renovables intermitentes, se distribuyen entre todos los consumidores, independientemente de su consumo o capacidad de negociar mejores tarifas. Este sobrecoste es sólo uno de los muchos factores que «inflan» las facturas. 

Los consumidores también enfrentan la falta de herramientas claras para entender y negociar mejores condiciones. La opacidad del sistema, combinada con las constantes variaciones en los costos del mercado mayorista, dificulta cualquier acción efectiva por parte del usuario final. 

Las comercializadoras: ¿cómo aumentan los costes para los consumidores? 

El modelo actual permite que las comercializadoras trasladen a los consumidores finales no solo los costes directos de generación, sino también primas de riesgo para cubrir fluctuaciones en el mercado y otros gastos operativos. Por ejemplo, el presidente de Build to Zero señala que los costes de ajuste han alcanzado los 2.513 millones de euros en el último año, lo que equivale a un sobrecoste medio de 11 €/MWh. 

Históricamente, cuando los precios de la energía rondaban los 50 €/MWh, estos ajustes no representaban un problema significativo. Pero en el contexto actual, con precios muy por encima y un sistema que prioriza la estabilidad del mercado sobre la protección del consumidor, las facturas se han convertido en una carga insostenible. 

Esta situación también plantea un reto para las propias comercializadoras, que ven reducida su capacidad de fijar precios competitivos sin asumir riesgos financieros significativos. Esto, a su vez, incrementa el precio que terminan pagando los consumidores, generando un ciclo vicioso de costes elevados. 

Consecuencias para la economía española 

Este esquema de precios afecta gravemente tanto a los consumidores individuales como al tejido empresarial, que lucha por mantener su competitividad en un mercado global. Empresas y hogares se ven forzados a destinar una parte cada vez mayor de sus presupuestos a cubrir costes energéticos inflados, limitando su capacidad de ahorro e inversión. En un país donde la inflación ya golpea fuerte, esta situación podría exacerbar la desigualdad económica y debilitar la recuperación económica. 

La dependencia de la economía española de precios energéticos inestables también afecta a su capacidad de atraer inversión extranjera. Un mercado energético predecible y competitivo es esencial para garantizar que las empresas internacionales vean a España como un lugar atractivo para establecerse. 

¿Qué se puede hacer? 

La solución no es sencilla, pero pasa por una mayor transparencia en la formación de precios, una revisión de las tasas e impuestos aplicados y una mejora en la infraestructura eléctrica para reducir la dependencia de los costosos ajustes del mercado. Además, es fundamental empoderar a los consumidores para que puedan acceder a los precios más competitivos disponibles. 

En este contexto, Vivolt se presenta como un aliado clave para empresas y hogares. Analizando exhaustivamente las facturas de sus clientes, Vivolt negocia directamente con las comercializadoras para asegurar tarifas óptimas que reflejen los costes reales de producción, eliminando sobrecostes innecesarios y garantizando ahorros significativos. Además, el enfoque personalizado de Vivolt permite identificar oportunidades de ahorro adicionales que podrían pasar desapercibidas para el consumidor promedio. 

En un mercado cada vez más complejo, contar con un gestor energético comprometido puede marcar la diferencia entre pagar de más y optimizar recursos. Vivolt también fomenta la educación de sus clientes, proporcionando información clara y accesible sobre los costos energéticos y las mejores prácticas de consumo. 

La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta cuándo permitiremos que un sistema que favorece la opacidad y la especulación siga dictando el precio de algo tan esencial como la energía? Es hora de exigir cambios estructurales que prioricen a los consumidores y no a las comercializadoras. Solo a través de un esfuerzo conjunto entre reguladores, empresas y consumidores podremos construir un sistema energético más justo, sostenible y transparente. 

 

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